Sara despertó de golpe en medio de la noche era la cuarta vez que tenía ese sueño:
Se veía a ella misma vestida como si fuera una princesa egipcia: con el tradicional vestido de seda blanco ceñido, al cuerpo, joyas de oro y jade y los ojos delineados con el kohol negro. En los tres sueños se vio mirando el ocaso desde una ventana de un magnifico palacio y su mirada se perdía en el hermoso paisaje hasta que repentinamente todo se oscurecía, la tierra se abría bajo sus pies y la absorbía con un grito desgarrador.
Las primeras tres veces que tuvo este sueño no pensó demasiado en ellos, pero ahora algo dentro suyo le ordenaba investigar o, por lo menos, tratar de averiguar que podrían significar sus sueños. Trato de informarse por diversos medios, pero sus amigas se rieron de ella y le propusieron salir a comprar ropa para que se distrajera, sus profesoras, en la escuela, le aconsejaron que dejara de ver televisión y que descansara mas, sus padres estaban demasiado ocupados como para escucharla y le dijeron que deje de inventar historias, que a sus 16 años parecía mentira que se ocupe de semejantes fantasías sin sentido… Tan desalentada estaba que trato de olvidar el asunto y seguir con su vida normal y feliz.
Logro olvidarse de sus sueños extraños hasta que un martes en la escuela, cuatro semanas después de su último sueño, su profesor de geografía le pidió que le trajera de la biblioteca los enormes mapas que siempre utilizaban. Cuando entro busco a Ángeles, la bibliotecaria, pero no la encontró por ningún lugar, así que siguió caminando entre las altísimas estanterías del enorme y antiguo salón para buscar ella misma los mapas hasta que se topo con el deposito de libros viejos que estaban en desuso. La puerta estaba abierta y un impulso incontrolable la obligo a entrar.
Los libros de páginas amarillentas yacían desparramados en el suelo, eran miles y miles… pero uno de ellos llamo su atención: tenía tapas azules y doradas, tan gastadas que el titulo era elegible. Lo abrió y comenzó a hojearlo hasta que dio un grito y volvió a mirar: en una de las páginas se veía la fotografía de la escultura perfecta del rostro de una mujer egipcia. Debajo de la foto decía: “Escultura del rostro de la princesa egipcia Neferure, esposa del faraón Tutmosis III” y, entre otros datos, “Se cree que murió muy joven al poco tiempo de casarse debido a una extraña enfermedad”. El corazón de Sara latía fuertemente: la imagen era muy parecida a su propio rostro.
Escondió el libro entre sus ropas y volvió a su salón. Le dijo a su profesor que no había encontrado los mapas y trato de concentrarse en la clase, pero no pudo.
Cuando volvió a su casa, se encerró en su habitación y se maquillo tal cual a como se vio en sus sueños y comparo su rostro con el de la imagen. Eran idénticos. Iba a guardar el libro en su mochila para mostrárselo al día siguiente a Iriel, Su mejor amiga, cuando cayó a sus pies un papel amarillento por el paso del tiempo. Lo levanto y vio que tenía escrito lo siguiente:
“Los muertos se reencarnan para vivir en una nueva vida lo que no pudieron vivir en la anterior. ¿Usted cree en la reencarnación?”
Sara guardo el libro y el papel y llamo a sus amigas para que la acompañaran a comprar ropa. ¡Necesitaba distraerse!
Luna
